Se sabe que el ser humano es
resultado de tres variables fundamentales: la genética, el entorno y el azar.
Lo que se ignora es en qué proporciones. La Educación, resultado de un complejo
sistema de variables, se asemeja a algo parecido.
Por el momento,
poco puede hacerse sobre los genes que heredamos, aunque la ciencia genética
avanza cada día más para tratar de incidir en ellos. La belleza o la
inteligencia no están reguladas por un único gen y el terreno de la mejora genética,
a pesar de su imparable avance, es todavía un camino de largo recorrido antes
de poder encargar un bebé con el cerebro de Einstein.
Sobre el azar,
todavía puede hacerse menos, es un tema más peliagudo. Podemos afinar, gracias
a programas de computación, ciertos datos que nos adelanten con mayor margen de
tiempo, y en consecuencia de prevención, la llegada de un terremoto o la caída
de meteoritos en la Tierra pero no que un alumno que aparece con una ballesta
en el colegio asesine a un profesor que intenta detener su macabro juego.
En genética o en
azar, se trata pues, de anticipar la realidad cuando ésta puede devenir nefasta
a los intereses humanos pero no sucede así con la educación. Ahora, muchos se
empeñan en convertir las clases magistrales (aquello que puede modificar
positivamente nuestro entorno) en series virtuales de videojuegos apelando a la
innovación tecnológica y ninguneando el saber acumulado. Dicen que así los
niños son más felices.
Está comprobado
que el ser humano es capaz, pese a su predisposición genética o su destino
azaroso, de mejorar un ambiente adverso para superarlo, eso en parte se logra a
través del pensamiento crítico, ergo con educación. Y, justamente en este tema,
se anima a lo contrario de lo que sucede en genética o en computación; es
decir, que ahora parece que prever que las personas piensen más y con ello
superen su herencia genética y se protejan de nefastos hechos azarosos es cosa
del ayer, algo rancio.
Nos sirven la
moda de que innovar es cargarse el pasado, cuando en realidad la innovación y
el avance pasan por la asimilación, la integración y la superación
del mismo, nunca por su anulación. Los “magos” del nuevo sistema educativo que
amenaza Europa se resisten a que mejoremos la comprensión de la realidad y con
ello abocan a las nuevas generaciones a un destino peor que el que en suerte
les ha tocado. Qué le vamos a hacer.